En el mundo empresarial actual las claves del buen vestir están en la diversidad y la autenticidad, lo que permite a los colaboradores expresar su estilo, pero adaptado al contexto y a los códigos de vestimenta establecidos.
La moda en el mundo corporativo está en constante transformación, influenciada por diversos factores que también impactan en la sociedad en general. Para alinearse con los códigos de vestimenta en el ámbito profesional, es fundamental examinar el entorno y las reglas establecidas. Con este punto de partida, es posible tomar decisiones que equilibren las exigencias del entorno con la propia identidad y el mensaje que se quiere enviar con la imagen personal.
La imagen es una pieza clave en las relaciones interpersonales y la primera carta de presentación, por lo tanto, una vestimenta apropiada es fundamental para proyectar buenos resultados en el entorno profesional.
La nueva normalidad y la evolución en la vestimenta corporativa
La nueva realidad, denominada así tras la pandemia, provocó cambios significativos en muchos aspectos de la vida, en especial, en la forma de trabajar.
El teletrabajo se ha convertido en una norma, lo que impactó de lleno en la manera de vestir. La adaptabilidad es esencial y esto incluye cómo nos presentamos profesionalmente.
Ningún rango quedó exento de estos cambios, tanto altos ejecutivos como empleados de distintas jerarquías, todos vieron un impacto en su vida y también en su guardarropas.
La pandemia trajo consigo una prioridad por la comodidad y una flexibilidad sin precedentes, lo que desestructuró los códigos tradicionales de vestimenta. Durante el confinamiento, la moda de “arreglarse de la cintura para arriba” se volvió popular, mientras que de la cintura para abajo reinaba la comodidad total. Al reinsertarnos en el mundo laboral presencial, algunos de estos cambios perduraron y continúan su evolución, dando vida a una nueva normalidad en la vestimenta corporativa.
Hoy en día, los códigos de vestimenta en el entorno corporativo se flexibilizaron. Aunque la vestimenta no deja de ser profesional, hay una mayor informalidad. Esto es evidente en el caso de los hombres, que antes debían usar traje y corbata en casi cualquier situación formal, mientras que ahora reservan este atuendo para ocasiones especiales. Las mujeres, por su parte, han pasado de conjuntos sastreros y tacos a combinaciones más casuales y cómodas, sin sacrificar el estilo.
Diferencias según el tipo de empresa y la imagen en el entorno laboral
Es cierto que algunas empresas, como bancos y grandes financieras, aún mantienen códigos de vestimenta estrictos, pero incluso en estos casos, la rigidez disminuyó. En contraste, empresas en el ámbito creativo o del entretenimiento suelen ofrecer mayor libertad, lo que permite a los empleados expresarse libremente.
La importancia de la imagen en el entorno laboral es indiscutible. Una imagen cuidada y profesional puede transmitir confianza, competencia y seriedad. Esto abarca no solo la ropa, sino también el cuidado personal, la actitud y la postura corporal, todos estos son factores cruciales para el éxito profesional.
Es importante reconocer que la imagen que proyectamos no siempre está ligada directamente a nuestro valor como profesionales. Aunque una buena imagen puede facilitar la venta de una idea que quizás no sea tan sólida, una mala imagen puede hacer que incluso las mejores ideas pasen desapercibidas.
Por lo tanto, es fundamental que exista coherencia entre la apariencia y lo que realmente se es. La clave está en la concordancia entre lo que se ve y las acciones, para que ese aspecto refleje las capacidades y valores de cada uno.
La buena imagen no implica necesariamente formalidad, sino más bien prolijidad y coherencia con lo que se quiere transmitir. En el mundo corporativo actual, se fomenta la diversidad y la autenticidad, permitiendo a los individuos expresar su estilo personal, siempre adaptándose al contexto y los códigos de vestimenta establecidos.
Flexible y auténtica: las nuevas normas de la vestimenta corporativa
La flexibilidad y la autenticidad son las nuevas normas en el ámbito laboral. La pandemia dejó, en este sentido, una valiosa enseñanza: celebrar el momento y mostrarnos al mundo tal como somos, sin esperar ocasiones especiales. Esta mentalidad se refleja en el re surgimiento del estilo “business casual”, un dresscode que surgió en los años 80 y que coincidió con la idea del famoso “casual friday” del mundo empresarial corporativo, que equilibra la vestimenta formal e informal, en donde se busca marcar una diferencia al combinar el vestir más moderno con piezas tradicionales. Este estilo fusiona elementos como trajes y camisas con prendas más relajadas, como remeras y calzado deportivo, adaptándose a entornos laborales que permiten mayor flexibilidad sin perder profesionalidad.
El “business casual” permite a las personas expresar fielmente su individualidad a través de la elección de colores, texturas, accesorios y detalles cuidados, aportando un factor diferencial que contribuye a una imagen más auténtica. Este estilo varía según la industria, la cultura y los códigos estipulados por cada empresa, pero sus beneficios son evidentes. Los empleados se sienten más cómodos en su entorno laboral, y al mismo tiempo, se fomenta una cultura laboral moderna e inclusiva.
Medio: Revista Forbes Uruguay